Una topadora
irrumpió en Ayacucho al 3800 ante la
sorpresa del vecindario que la noche anterior había presenciado en el lugar el
cierre de un quiosco de drogas. Todo quedó reducido a escombros en el búnker de
Ayacucho 3800.
Una topadora
irrumpió ayer en Ayacucho al 3800 ante la sorpresa del vecindario que la noche
anterior había presenciado en el lugar el cierre de un quiosco de drogas.
Detrás de la máquina llegaron agentes policiales y funcionarios del Ministerio
de Seguridad. Así, en poco tiempo, el búnker fue arrasado frente a la vista de
los incrédulos habitantes de La
Tablada. "Hacía un año y medio que funcionaba este
lugar. Hicimos muchas denuncias y acá estamos", dijo una vecina que, como
otras testigos, prefirió no dar su nombre.
La policía llegó
al quiosco a partir del allanamiento a una cocina en la que se elaboraban
estupefacientes y que fue cerrada la noche del jueves en Ayolas al 200 bis. Fue
poco después de las 21 de anteayer, cuando agentes de la ex Drogas Peligrosas
que vigilaban ese lugar observaron la salida de un joven a bordo de una moto y
portando una mochila. Lo siguieron hasta el quiosco de calle Ayacucho, donde el
pibe dejó la mochila. Después lo apresaron e identificaron como J. Z., de 22
años.
Tras ello los
pesquisas allanaron el quiosco y la cocina. En el primero de los lugares
incautaron unas 500 bochitas de cocaína y la mochila del detenido con otros 3
kilos de esa droga. En tanto, en la casa de Ayolas al 200 bis hallaron 12 kilos
de cocaína, otros 2 kilos de pasta base y precursores químicos para fabricar y
estirar la droga.
A menos de 24
horas de ese operativo, y fiscalizados por el secretario de Seguridad
Comunitaria, Angel Ruani, agentes de policía y del Ministerio procedieron a
destruir el búnker. "Este tipo de acciones se va a realizar mientras se
pueda, siempre que no haya un dueño del lugar. Es una decisión política del
ministro Raúl Lamberto", manifestó Ruani. Y explicó que "con la
cocina no se puede hacer lo mismo porque es una casa privada que se encuentra
en un pasillo y puede afectar a vecinos que no tienen nada que ver con el
delito".
Respecto a la
edificación precaria en la que funcionaba el quiosco, los vecinos dijeron que
había sido allanando "al menos tres veces en los últimos meses, pero nunca
encontraban nada". Y comentaron que el lugar era abastecido por un par de
hermanos cuyo apellido siempre estuvo vinculado al negocio narco en la zona sur
de la ciudad.
"El último
tiroteo allí fue hace unas tres semanas, a la tarde. Mi nene estaba jugando en
la casa de un amiguito y corrió desde allí a mi casa por esa vereda, en medio
de los tiros. Yo pensaba que esto nos pasaba a los pobres, a los villeros, pero
creo que ya pasa en todos lados", dijo una mujer bien vestida que volvía a
su casa después de trabajar.
A media cuadra
del quiosco, y desde hace unos 40 años, vive don Oviedo. El hombre recordó que
"hará un año y medio que estaba ese lugar". Y reflexionó: "Es
una pena, en este barrio hace como diez años que entró la droga y no se la
puede sacar", dijo cuando ya el búnker había quedado reducido a escombros.
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