Según el nuevo periodismo, la investigación es una de
las bases. Como periodista tuve que manejar la mayor información posible, antes
de concretar la entrevista con los chicos. De esta manera, para cuando ellos
hablaban “en su idioma” o de algún lugar del barrio, yo lo conocía. Leer
fragmentos del libro del profesor de historia Jorge Malla, llamado
"Historia del Barrio Tablada y de la Biblioteca C.C.
Vigil", me ayudo en este paso. Además recorrí el barrio con ellos, para
sentir más de cercar sus historias. En esta historia, el periodista, asume
mayor protagonismo, ya que da su visión personal de los acontecimientos.
Otra parte que utilice del Nuevo Periodismo, es que
los textos se leen y escriben como si fueran relatos; está bien que se leen
como relatos, pero manteniendo las mismas exigencias de precisión,
verificación, objetividad e investigación del buen periodismo. No fue tarea
fácil. Hubo demasiadas entrevista que no use, pero que investigué igual, porque
me interesan saber, sobre que pensaban e la droga o de la inseguridad. Sabía
que ese testimonio no lo iba a utilizar en el relato, pero sin embargo
necesitaba la opinión de los entrevistados, para comenzar a escribir.
Hay una renovación en las formas de narración de reportajes,
crónicas y entrevistas. En vez de entrevistarlos fuera de su territorio, los
adolescentes me invitaron a pasar un día con ellos. Por esta cuestión, la
narración del relato fue diferente: palpé lo mismo que ellos, pude sentir lo
que sentían. Por eso, se utilizó un lenguaje muy urbano.
En “El periodismo vuelve a contar historias” de Eloy
Martínez, dice muy claramente que el periodismo instala siempre una pregunta.
Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar:
ésos son los verbos capitales de una profesión en la que toda palabra es un
riesgo. En mi caso, partí de una pregunta para comenzar la investigación, pero
a medida que pasaban los días, nuevas preguntas iban aflorando. Cuando más
investigaba mas dudas tenía.
“La
narrativa como estrategia: el lector ya conoce la información, tiene una manera
personal de ver el mundo, una opinión sobre lo que pasa. La gente ya no compra
diarios para informarse. Los compra para entender, para confrontar, para
analizar, para revisar el revés y el derecho de la realidad” es lo que dice el
texto.
Según Eloy Martínez: “No se trata de narrar por
narrar. Algunos jóvenes periodistas creen, a veces, que narrar es imaginar o
inventar, sin advertir que el periodismo es un oficio extremadamente sensible,
donde la más ligera falsedad, la más ligera desviación, pueden hacer pedazos la
confianza que se ha ido creando en el lector durante años”. En mi texto, trate
de que la confianza que me brindaron estos chicos en contar sus historia, sea
lo más sincera posible, si bien, hay relatos exagerados, trato que cada
historia, este contada tal como lo hicieron ellos, por una cuestión de
confianza.
“El compromiso con la palabra es a tiempo completo, a
vida completa. El periodismo no es una camisa que uno se pone encima a la hora
de ir al trabajo. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con
nuestras mismas vísceras y nuestros mismos sentimientos”, tal como lo describe
Martínez, así me sentí en esta investigación.
“El
periodismo encuentra su sistema actual de representación y la verdad de su
lenguaje en el momento en que se impone una nueva ética. Según esa ética, el
periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es
una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo,
una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las
emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el
para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo
por primera vez” explica el texto “El periodismo vuelve a contar historias”.
En el otro texto de Martínez “Ficciones Verdaderas”,
refiere: “Todo acto de narración es, como se sabe, un modo de leer la realidad
de otro modo, un intento de imponer a lo real la coherencia que no existe en la
vida. Y todo narrador, a la vez, es una esponja que absorbe lo que ve y lo que
lee para devolverlo transfigurado. El relato selecciona imágenes, palabras,
órdenes de palabras, acciones que se dan de otra manera en la realidad”. En
este relato que realicé, traté de cómo dice Martínez, leer la realidad de otro
modo, porque más allá de lo que digan los medios de comunicación sobre el
barrio, sentí que no todo era así. Que existía otra realidad, que merecía ser
contada.
Toda ficción es una reelaboración de algo real, como
sucede en la narración sobre los adolescentes del Barrio La Tablada. “En el caso de
las ficciones verdaderas el gesto de apropiación de la realidad es más evidente
y su interdependencia con el imaginario de la comunidad dentro de la cual el
texto se produce y con el momento en el cual se produce es, también, mucho más
clara” explica Martínez.
El lugar que
ocupa esa escritura: ese lugar es el lugar de la verdad. Y es el único que
vale, porque al narrar una historia, muy ligada al presente de la ciudad de
Rosario, no se puede desfigurar ningún personaje y ninguna escena.
“En
el caso del periodismo y de la historia, entonces, es el medio, el género, lo
que decide que allí está la verdad” manifiesta Martínez en Ficciones Verdaderas.
Lo que me llevó a escribir esta historia, fue por un
determinado episodio de la realidad que suscitó un inmediato interés, acaso no
por el episodio en sí mismo, sino por toda la red de significaciones que
desata.
De Ochs, me quedó con la siguiente frase sobre la
narración: “Tienen como objeto una evaluación moral de un hecho, de una acción,
de un estado sicológico”. Y tomo la palabra sicológico con todo lo que a ello
se refiere. Los ciudadanos de Rosario, que no viven en La Tablada , están
influenciados por los medios de comunicación que llaman al barrio “muy
inseguro” o “donde abunda la droga”, crean en los demás una psicosis colectiva,
sobre el lugar.
Cuando Ochs, escribe sobre la trama: “Anuda elementos
circunstanciales como escenas, agentes, instrumentos, actos, propósitos en un
esquema coherente que gira alrededor de un suceso excepcional y perturbador” en
el relato trate de describir como se sentían ellos, por las situaciones
vividas, y trate de contarlo tal cuál sucedieron.
Además Ochs, explica que la trama “Debe tener un principio,
un medio y un final. A veces, esta progresión no es tan evidente”, en mi
narración, si bien hay principio y final, cuento historias que ocurrieron en
otro contexto que se entrelazan con el presente.
Albert Chillón sostiene que el mundo “adquiere
sentido sólo en la medida en que lo traducimos lingüísticamente. Pensar,
comprender, comunicar, quiere decir abstraer y categorizar lingüísticamente”.
Esta narración no se ajusta a las
características netas de una investigación periodística. En otro momento sería
necesario investigar a todos los grupos del barrio, para hacer una radiografía
más exhaustiva del barrio.
Para Chillón "No existe una realidad objetiva
sino múltiples realidades particulares, múltiples experiencias, cada una de
ellas hecha en palabras, vivida con y en palabras que permiten hacer
inteligibles las imágenes recordadas o imaginadas, sensaciones e
instintos".
Esas realidades subjetivas adquieren sentido y son
comunicables para los demás en la medida en que son verbalizadas, puestas en
palabras y organizadas en enunciados lingüísticos. Este texto toma la realidad
de un grupo del barrio, pero existen decenas, la realidad del relato es
subjetiva a ellos. “La comunicación, pues, es el acto de poner en común las
experiencias particulares mediante enunciados, con el fin de establecer
acuerdos intersubjetivos sobre el mundo de todos, el conjunto de mapas que
conforman la cartografía que por convención cultural llamamos realidad”,
expresa Chillón.
Según Chillón, "Se somete la materia prima documental
a un tratamiento que se podría definir como fabulador. Se eliminan los
contornos precisos de hechos y situaciones auténticas para conferirles una
suerte de condición legendaria que los extirpa en parte del discurso histórico
y los traslada a una especie de mundo mítico, casi utópico y ucrónico".
Chillón agrega, "Como recurso se usan múltiples
voces que proporcionan un contrapunto. Los personajes principales, líderes,
aparece poliédricamente pintados por las voces de diferentes testimonios y, al
mismo tiempo, todos juntos, conforman un coro multitudinario y anónimo: son
entes sin biografía ni personalidad definida, simples voces desprovistas de
corporeidad". La narración estudiada, si bien en narrador es uno sólo,
muchas voces formas la historia.
"Por encima de todo, se planea la convicción y
el propósito de alcanzar un conocimiento verdadero sobre los hechos sucedidos
recomponiendo el rompecabezas documental con que cuenta el periodista cuando
empieza a escribir. Se parte de una sólida base documental pero escribe
prescindiendo de las formas expresivas del periodismo convencional: no es
necesario proporcionar al lector identificaciones ni atribuciones completas: ni
fecha el tiempo de la acción con exactitud, puede ofrecer apenas datos, pocas
cifras y nada de estadísticas; tampoco es imprescindible recrear declaraciones
de fuentes institucionales cuando no son absolutamente imprescindibles",
destaca Chillón.
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